Carta a Isabel

Espero te encuentres bien, me he enterado de tu postulación y por eso te escribo. Sé que ahora estarás ocupada en algo que no manejas pero que en poco tiempo te ha dado la atención de muchas personas, aún más que cuando caminabas de puerta en puerta en busca de justicia. Sé que eres un ser humano como todos y que tus virtudes te han permitido lograr objetivos que ahora parecen hazañas. También sé que no has aprendido de tus errores y que a partir de ellos, a mi juicio, no mereces gobernar esta ciudad, mi ciudad a la que tanto quiero. La realidad es que probablemente no te interese mi opinión y no afecte tu decisión. Quisiera manifestar mi más profunda desilusión al ver a una persona que ha luchado en contra del sistema, ahora se encuentra asimilada por la misma estructura que ha hecho daño a tanta gente. Eso te incluye Isabel, no lo olvides. Además pienso que en esta aventura, estás destinada al fracaso y que sólo serás carne de cañón de los más turbios intereses de la política nacional, sin beneficio alguno para tí o para tu causa. Cuando menos la sociedad no tendrá beneficio de tu desempeño como falsa promesa de cambio, mucho menos las personas que como tú han buscado la justicia y que siguen agraviadas, ya que no han tenido la suerte o el coraje que tú has demostrado, digo yo: ¿Qué necesidad?

Te quiero decir que aunque te envuelvan en las trampas de la mercadotecnia electoral y pienses que estarás bien cobijada, siempre verás al final del día el reproche de que no supiste estar a la altura de la circunstancias, cuando por fin lograste que el autoritarismo cediera, aunque sea en pequeño, a tus legítimos anhelos. Ahora que tienes un lugar donde todos te escuchan, has escogido el peor papel para una causa cívica: ser la comparsa de un juego perverso.

No sé si en las noches además de platicar con tu hijo, también te das un minuto para platicar con esa madre que al igual que tú emprendió una lucha contra la sinrazón y la injusticia. Sí, esa mujer a la que traicionaste, segura de que tus éxitos te podían dar aliento para alimentar una soberbia que a veces te traiciona a tí misma.
No, no puedo aceptar que tu decisión contenga algo más que un interés equivocado. En esta ciudad, mi ciudad, para bien o para mal se han logrado cada vez más libertades y respeto por el diferente, con una visión de gente adulta. Falta mucho por hacer, pero si revisas a otras partes de país te darás cuenta que el miedo y la desesperanza han hecho presa a la gente y que en vez de avanzar en la búsqueda de libertad y justicia han retrocedido a una noche oscura. Me temo mucho que si tuvieras la posibilidad de gobernar podrías ser víctima de tu propia decisión y del grupo de poder que en teoría te apoya. Ojalá dejes la política a esa gente que no sólo no es honrada, sino que ha elegido el camino de la hipocresía y el cinismo como profesión.

No creas que hemos olvidado tus errores y ahora tal vez sea la oportunidad idónea para recordártelos. No me imagino una mejora en mi ciudad, que tanta falta le hace, mediante criterios tan cerrados como las falsas lealtades a personas que seguro no se lo merecen. Una vez tuviste la oportunidad de multiplicar tu éxito hacia otras personas y escogiste, junto con María Elena Morera y Adela Micha, pararte en la acera de enfrente y junto a delincuentes y pederastas presenciar el desfile de la miseria humana de otros, en este caso de otras. Ni siquiera tu naturaleza de mujer y madre humillada hicieron que te tocaras el corazón . No olvides que precisamente la división es los que debilita a la lucha de la sociedad, tú aceptas la división aún en contra de tu causa particular, a partir de ello ya perdiste y para nuestra desgracia ya te perdimos.

No creo que ganes ese puesto político-administrativo. Pero no importa lo que yo crea, al final estará tu propia historia para impedírtelo. Piensa en lo que te digo y por favor cuidate mucho.

Afectuosamente.

Axel Rose