Carta a Beatriz

No podría yo dejar pasar la oportunidad para enviarte esta misiva, ante tu inminente postulación, con objeto de plantearte la enorme preocupación que me provoca tal hecho. Y es que sabedora de que tu imagen forjada después de muchos años te permite gozar de un amplio conocimiento de tu persona en la población que pretenderías gobernar, es una lástima que no estés a la altura de la gente de mi ciudad. Ya sabes porque te lo digo. No me imagino como una persona que ha traicionado la más elemental ideología de liberalismo pueda mantener la mira hacia el objetivo de gobernar la ciudad donde se ha avanzado más, cuando menos en la ley, en materia de derechos humanos y en particular, tú lo sabes y lo sabes muy bien en los derechos de la mujer.

No entiendo porque sigues atreviéndote a pronunciarte acerca del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, mientras tu grupo, ha iniciado un camino de retroceso en las diecisiete entidades que se gobernaban durante tu promisoria gestión como presidenta del partido. Imagino lo que pudieran pensar aquellos nombres con los que te llenas la boca en inflamados discursos: Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos, Luis Donaldo Colosio y otros que expusieron ideas acerca de la necesidad de justicia para los gobernados. No creo que aprobarían, ni de lejos, la nefasta administración que tuviste al frente del partido. ¿Qué cuentas entregas? No sé como puedes ver de frente a las mujeres, sí a aquellas jóvenes que podrán ser víctimas por partida triple. La violación, el aborto y la cárcel.

El contubernio sobre el cual trabajaste con los congresos locales, tuvieron como premio a su traición la despreciables treinta monedas de oro que se relatan en pasajes bíblicos. El origen del dinero, tú lo conoces, nosotros lo conocemos. Para que nos hacemos pendejos. No creas que no estuvimos al pendiente. 


La mayor desilusión de tu persona vino de tus propias palabras. Esa mañana cuando con el mayor cinismo evadiste tu responsabilidad y quisiste convencernos con el viejo discurso de la independencia de poderes, que en el partido campeón de la verticalidad, sólo es referente mítico.

No, no nos digas que no pudiste hacer nada. Porque si partiéramos de esa cínica mentira, podríamos llegar a la triste conclusión de tu inutilidad como posible gobernante. Entonces, ¿Cómo aspiras a gobernar? Y la realidad es que no hiciste nada para evitar la traición, pero estamos seguros que si aplicaste tus valiosos oficios para concretar tal latrocinio, de la mano de clérigos trasnochados y grupos de política confesional. De nada sirvió tu condición de género, cuando el pragmatismo que te caracteriza logro vencer a cualquier sentido de ética y humanismo.

No me queda más que el presente reproche, que refleja la impotencia que sentí aquella mañana cuando se hizo el recuento de la labor de los congresos bajo el amparo de las sombras, sin debate público, sin vergüenza.

¿Necesito decirte más?

No creo que esta vez tengas oportunidad de ganar, apoyada por un partido que se organiza en la ciudad por medio de improperios y batazos, fracasarás por segunda vez. Pero no importa lo que yo crea, al final estará tu propia historia para impedírtelo. Piensa en lo que te digo y por favor cuídate mucho.

Feliz Año del Dragón para todas y todos.