Mi Bautizo

¿Ustedes se acuerdan de su bautizo?

Seguramente no.

Y es que cuando es uno tan tiernito es complicado guardar en la memoria el suceso, como que las prioridades que tiene uno son otras. En fin.

Pues yo si me acuerdo, creo que era un viernes. Ese día Paco y yo salimos de la colonia tomando un trolebús hasta Ermita-Iztapalapa y de ahí con "el gordo" hasta Puebla. Como pudimos llegamos al estadio de béisbol. Habíamos llegado temprano. Era la época de prohibición. En el Distrito Federal estaban prohibidas las concentraciones de jóvenes de más de cinco mil asistentes, así que el asunto tuvo que ser en la tierra de los camotes. Sólo yo llevaba boleto, Paco iba a la aventura y ni modo, yo con él. El concierto era a las nueve. Como a las siete se organizó el portazo, una forma salvaje de democracia rockera que está en peligro de extinción. A tiempo empezó la música, ahí estaban Brian May, John Deacon y Roger Taylor comandados por el mísmisimo Fredy Mercury. Mis veinte años no daban crédito a lo que estaba viendo y escuchando. Obvio la Rapsodia Bohemia estaba en todo su esplendor.

La única vez que vino el grupo Queen a México, Fredy Mercury una de célebres víctimas del VIH. No hubo grupo abridor, el flashazo fue directo. No había visto tal cantidad de equipo de luz y sonido en toda mi vida. Parecía niño en disneylandia y yo creo que los veinticinco mil sujetos que estábamos ahí sentíamos lo mismo. Al terminar el concierto nos dimos cuenta de una tragicómica realidad. La ciudad no estaba preparada para atender la demanda del transporte para el regreso. Por algo les dicen pipopes. No es lo mismo la llegada de gente que fue llegando en operación hormiga (la mayoría chilangos) desde unos días antes, que el grito al unisono de: ya nos vamos! Las terminales de autobuses sitiadas, rockeadas (con rocas) ante la negativa del servicio. Ni modo a caminar.

De repente, la divina providencia. De un callejón asomó la trompa un autobús, se bajó un fulano y gritó: a México!

Más se tardó en gritar que en que los que andábamos por ahí llenamos el vehículo. Serían como la una de la mañana. Total, que pedimos la bajada ahí por el Metro Zaragoza, no después de pequeño altercado con el cobrador que pretendía hacer su agosto en pleno octubre. De ahí a caminar por hora y media hasta la casa, sin un centavo en la bolsa.

¿El Bautizo?

Bueno, creo que el bautizo fue en muchos sentidos, pero en particular tuvo que ser con una pepsicola que llevaba yo en una cantimplora de plástico. Como pude me eché en la cara, los ojos ardían como si el mismo diablo estuviera de fiesta en ellos. El gas lacrimógeno es cosa seria, el portazo no fue gratis.

A decir verdad, no era mi primer bautizo, saben a lo que me refiero. Pero con gas, sí.

Y ustedes fueron bautizados en algo, por algo o para algo, o siguen con el chamuco en sus adentros?

Que tengan un fin de semana, rockero o cuando menos musicoso.