No se sabe en que momento empieza uno con algún vicio, al principo se trata de probar algo que tal vez sea prohibido. Eso me paso con el cigarro. Tal vez mi primer cigarro lo prendí en secreto y con muchas dificultades como a los nueve años. Lo que si recuerdo bien fue la bofetada que recibí de mi hermano mayor el día que descubrió entre mis cosas una cajetilla de cigarros. Me perguntó con mucha calma de quien era ese paquete y yo muy orondo le dije que mío. El guamazo fue automático.
Al principio realmente ni siquiera sabía fumar, es decir no sabía "darle el golpe", hasta la secundaria pude realizar tal cosa. Y no fuí "buen" fumador, sino hasta ya más grande cuando tuve la facilidad de adquirir de manera frecuente la materia de ese vicio. Pero cuando empezaron las responsabilidades fuertes del trabajo, es decir coordinar gente, cumplir serios compromisos, atender actividades de política de trabajo, entonces la cosa si degeneró en vicio. Y es que una cosa es fumar o tomar por antojo o gusto y otra muy distinta por dependencia. Para mi el cigarro se convirtió en algo necesario para calmar los nervios y el estrés del tabajo. Cosa curiosa en casa fumaba muy poco o de plano no fumaba, pero eso sí, antes de llegar a la oficina mis pulmones ya habían recibido su dosis de nicotina y alquitrán.
Allá por 1994 deje de fumar hasta por cuatro años. Todo comenzó con una pequeña apuesta que hice con un compañero de trabajo y que obvio gané. Lo demás fue lo de menos. Pero después hubo un cambio de actividades que trajo como consecuencia volver a fumar. Y entonces fumé, fumé y fumé, cada vez más, hasta una cajetilla diaria. Algunos problemas de salud me forzaron a cambiar de ritmo de trabajo y desde hace poco más de seis años volví a dejar de fumar. Tal vez no había una relación directa entre mis males y el tabaco, pero fue una decisión que quisé tomar. Coincidió en que venía el nacimiento de Axel III.
Ahora, como algo raro, me llego a fumar un cigarro allá cada medio año, como quién dice a ver que se siente, pero creo que ya no podré volver a fumar por la simple razón de que el sabor del cigarro ahora me parece desagradable.
Muchas cosas han pasado en el hábito de fumar, desde la época en que todo mundo fumaba en cualquier sitio, ya sea en el avión, el camión, tiendas, restaurantes, etc., hasta ahora que prácticamente está prohibido fumar en cualquier sitio público. En alcohol sigue siendo de mi gusto, pero nunca he sentido la verdadera necesidad de embriagarme, es más hace años que no lo hago, será por eso que mi cantina ya bien parece un museo, con botellas tan añejas que quién sabe si no se habrán echado a perder.
Les confieso una cosa, en las dos ocasiones en que he dejado de fumar, lo he meditado a conciencia antes de hacerlo y no he tenido problema alguno, una vez que hube tomado la decisión. He escuchado a personas que dicen que el cigarro es muy difícil de dejar. Para mi ha sido una cuestión de decisión y punto.
La nostalgia me alacanza para rememorar aquella triquiñuela que decía: "después de un buen taco, un buen tabaco". Y que decir de la romántica escena repetida hasta el cansancio en las películas donde se prende un cigarro despues del encuentro amoroso.
Siempre he dicho que los vicios de la gente son cosas personales y que de acuerdo a la libertad que tenemos los podemos adquirir o desechar a voluntad, aunque cuando un vicio toma las decisiones por uno, entonces ya estamos hablando de una enfermedad. Hay vicios derivados por la ingesta de sustancias (humo o alcohol), vicios de comportamiento como la ludopatía y hasta vicios sexuales, que caray.
Pienso que hay edades en que se debe probar de todo sin recato, sin medida ni clemencia, aunque como sabemos el tiempo pasa inexorablemente las facturas de los excesos. Se quiere uno tragar al mundo. Y también hay edades para disfrutar de todo con base en la experiencia y el gusto adquiridos.
¿Ustedes que piensan? Se puede hablar de vicios o como en la película se trata de esconderlos.
Vizi Privati, Publicche Virtu
1977