¿Reconstrucción o Redención?

Cristo ya nació en Palacaguina  ...

Era un fragmento de la canción que anunciaba una nueva era en centroamérica con la revolución de Sandino. Así la imaginería popular mezclaba la esperanza de tiempos mejores con la fé acuñada en la religiosidad que le caracteriza. Entonces sucedió lo imposible. Los clérigos se pusieron del lado de la gente para apoyar sus demandas, no para solicitar el perdón a sus ofensores. Algunos pagaron con su vida el atrevimiento. La tradición marcaba la obligación de apoyar al casique no de enfrentarlo. Monseñor Romero fué uno de ellos. Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. Recibió las balas como la única retribución que se sirve brindar la intolerancia.

Karol Józef Wojtyla por su parte, trato por diferentes medios de eliminar esas manifestaciones de rebeldía. El apoyo siempre fué para los seguidores que aportan algo más que rezos, el padre Maciel como típico ejemplo. Los clérigos progresistas fueron vistos como enemigos y quedaron marcados bajo el confuso de la teología de la liberación.

Sin embargo el mal ejemplo persiste, ahí tenemos al Obispo Raúl Vera que de modo especial trabajó con el Obispo Ruiz por la reconciliaciónante el conflicto armado iniciado el 1 de enero de 1994. Y ahora lo vemos firmando el pacto ciudadano para la reconstrucción del país al lado del poeta Javier Sicilia. Otros sacerdotes trabajan auxiliando a los migrantes de centroamérica. No sólo maras salvatruchas vienen de esa región.

Uno con su fé y otros con el entendimiento están sembarndo la semilla para un mejor país, alejado del modelo miltarista imperante. En esta lucha habrá que saber con precisión quiénes están a favor y quienes están en contra. Amén de la generosa indeferencia con que se regodea la opinión pública nacional. Pero entre los enemigos está el Obispo de Ecatepec, el de Guadalajara, el Arzobispado Primado de México y otros innombrables secularmente alejados de la enseñanza del Cristo.

¡Que se partan la madre entre ellos! dice una madre indignada frente a Le Baron y Sicilia. Y es que la cantidad de muertos inocentes, padres de familia, estudiantes, comerciantes y demás gentes de bien que se han sumado por miles a la lista de daños colaterales de una auténtica guerra decretada por aquel iluminado que es colmado de lisonjas de los halcones norteaméricanos, ha llegado al grado al grado de la visible estupidez de una guerra que no se puede ganar.

Sirvan estas líneas del purpúreo que aunque no creyente, reconoce la labor del verdadero sacerdocio cívico que como bálsamo bíblico reconforta a nuestros connacionales en desgracia, aún en obsolescencia de su ministerio.

¿Qué nos queda hacer?

¿Tal vez es hora de la desobediencia civil? No lo sé, de lo que estoy convencido es que no será suficiente con rezar.

En este tema como en todos los del blog, ustedes tienen la mejor opinión.