Pigmalión

Creo en las posibilidades del efecto pigmalión, como una especie de presagio que se puede cumplir a fuerza de voluntad y amor. En nuestros hijos está la evidencia de que así puede ser. También en el trato con nuestros colaboradores. El efecto puede ser multiplicador, pero requiere constancia.

Tal vez hayan oído hablar de ello. El efecto pigmalíón tiene su origen en la mitología griega y es que a fuerza de creer en algo ese algo puede suceder, lo mismo pasa con las personas si alguien cree en ellas. A los niños que reciben amor y reconocimiento todos los días se les refuerza la autoestima, sin embargo está el polo opuesto: dile a tu hijo que es un inútil todos los días y al cabo de los años habrás formado una persona en verdad inútil. No obstante habría que saber manejar la autosugestión, no se trata de crear personas superiores, se trata de hacer mejores personas. Así las cosas, decirle a nuestros hijos que son campeones, triunfadores o muy inteligentes tiene que ir acompañado de algo de práctica, la teoría sola no funciona. Existe la leyenda urbana de que una prostituta puede actuar como una verdadera dama si se le trata como tal o que un empleado se convertirá en ladrón si se le trata con desconfianza constante.

La autoestima es básica, el amor que le podemos dar al trato diario es esencial. Debemos otorgar pequeños premios a los avances de nuestros hijos sin caer en la adulación gratuita, más bien en el ejemplo de la cultura del esfuerzo, como una cadena de pequeños logros que vale la pena festejar. No me canso de decirle a mis hijos lo mucho que los quiero, hasta ahora han respondido, son lo mejores de su clase. Trato de que los obstáculos sean traducidos como retos, entonces les digo: ya ves, te dije que lo lograrías. Claro uno duda, pero el chiste es que nadie se de cuenta. Y además hay que saber aceptar los pequeños o grandes fracasos de la vida como la oportunidad para agarrar impulso y seguir adelante. Pigmalión no es la paradoja de como te ven te tratan, si no de como te tratan reaccionarás. Diganle a sus colaboradores que vayan por más todos los días sin temor a ser rebasados, aún así sabrán el poder que tienen en sus manos al transformar el barro en vida. De eso se trata, el poder del amor.

Tratemos a nuestros hijos no como las frágiles personas que en realidad son, sino como las fuertes figuras que seguramente van a ser. El éxito puede ser adictivo. Cada quién a su manera quiere lo mejor para los demás, pero hay que sembrar la semilla y cuidar que crezca.

Los saludo en este viernes en la típica temporada de lluvias atípicas de está región y les pregunto: ¿Cómo les gustaría tratar a los demás?, ¿Como lo que son o como lo que pueden ser? He ahí el dilema ...