Brand New Cadillac

Antes les decían a los autos: charchina, mueble, carcacha, troncomóvil, nave ...


En un camino que nunca había recorrido inicié una mañana, un día que ahora es memorable. No puedo precisar el lugar exacto, era entre tal vez en Tabasco, Campeche o Chiapas. No me pidan precisión. Sería 1992, recorríamos el sureste en un auto Chevrolet Celebrity 86. Tenía en mente conocer un lugar donde la cartografía disponible marcaba una caída de agua. Así que abandonamos la carretera principal y llegamos a un lugar conocido como La Candelaria. Nadie parecía conocer el sitio que buscábamos, nadie, absolutamente nadie. Estaba a punto de darme por vencido. Un señor como de cincuenta años, moreno y de sonrisa fácil me dijo que tampoco conocía el lugar que buscaba pero que un primo suyo sí sabía. Me dijo que lo podía encontrar en la fábrica de hielo. Así pues fuí a buscarlo. El sujeto en cuestión me miró con cierta curiosidad, tal vez hasta con cierta ternura. Me preguntó para que quería yo ir a ese lugar. Le dije que sólo quería conocer, que estaba de vacaciones y me parecía que podía ser un lugar interesante. Me dijo como llegar, claro no me dijo cuanto tiempo tardaría. Entre ranchos y más ranchos, no había ya un camino transitable, sólo algunos indicios de tránsito de personas, de animales, tal vez de algunos vehículos. Las claves que me había dado para mi trayecto se habían cumplido, así que seguí y seguí y seguí. Serían las tres de la tarde cuando en medio de la nada apareció un niño en una bicicleta. Lo primero que se me ocurrió fue seguirlo, había yo llegado a mi destino: un caserío donde fuimos el evento de esa temporada. Nadie viene para acá me dijeron. La pasamos bien. Comimos pescado y a la hora de pagar fue lo bueno. No hubo poder humano que hiciera que el señor de la casa aceptara medio centavo. Improvisamos obsequios para nuestros también improsivados anfitriones. Regresamos en la noche llevando algunas personas que regresaban a La Candelaria. No cabíamos todos en el auto, así que viajé encima del cofre, a ratos caminaba, quitaba las piedras del camino, abría paso en las cercas.

El domingo pasado mi hermano recordó aquel viaje. El auto sufrió varias averías, pero nos llevó hasta una ciudad donde pudimos repararlo. Fueron diecisiete días inolvidables sin reservación, sin ruta, sin prisas. Y bueno el cariño que he tenido por los autos creo que ha sido desde siempre, cada auto que he tenido lo he vendido con cierta tristeza y con agradecimiento de las aventuras donde me acompañaron. ¡Si esos autos hablaran! La lista tal vez les sea interesante: Dodge Dart 75, Datsun 83, Renault 12, no recuerdo el año, el Celebrity que mencioné. Un Spirit 91, él y yo eramos uno mismo, lo dí de enganche por un terreno. Una Blazer 93, cómoda como ella sola. Un Mercedez Benz 96, un Dodge Stratus 97, un Chevrolet Malibú 98, un Ford Mustang 2002, un Pointer SW 2003, un Máxima 2004,  un Fiat Weekend 2010 (actual).

Dicen que una persona se puede adivinar por el auto que usa. Tal vez sí, tal vez no. Antes me gustaban los coches potentes, por ahora prefiero los autos prácticos y que no consuman demasiado combustible. No siempre está impecable mi auto ya que viajan en el dos peques poco cuidadosos. Dice mi consorte que le doy mucha importancia a los autos.  ¿Será?

Sueño con un Opel Tigra, ya no lo venden. Tendría que ser usado. No sé para que lo quiero. No creo que eso importe. ¿O sí?

Qué tengan un fin de semana relajado y sobre todo feliz.

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