Albóndigas

Venía ella caminando lentamente por el camellón. Bajita de estatura enfocaba la mirada hacia adelante como queriendo descubrir el final de su camino. Raúl y yo estabamos sentados en una banca haciendo una improvisada sobremesa después de comer. Al pasar frente a nosotros esa mujer preguntó por el Hospital Juárez. Le dijimos que estaba muy lejos. Su ánimo por seguir caminando era evidente, pero en una gran ciudad si no sabes como llegar a determinado lugar corres el riesgo de perder el tiempo. Traía una carga pesada en el reboso, como muchas indígenas de la sierra de Puebla que acostumbran llevar ahí materias o mercancías en su diario trajinar, en su doble papel de mujeres y bestias de trabajo. Alcancé a ver que algo se movía en ese bulto mientras tratábamos de orientarla. Ella hizo una pausa para reacomodar su carga. Traía una niña de doce años, que seguramente debido a la desnutrición y a su enfermedad "no hacía mucho bulto".

Aunque han pasado muchos años la situación sigue siendo la misma, los servicios de salud no pueden llegar a las comunidades más apartadas y los derechos a la salud y a la educación son reliquías que se pueden consultar en la Carta Magna. Letra Muerta, nuestros impuestos no llegan a donde se necesitan. Pero ahora le añadiremos a esta situación una condición agravante: la burla.

Los medios de comunicación nos bombardean día y noche con mensajes de gobierno que lo mismo pretenden convencernos de que la guerra es por el bien de nuestros hijos que presumir que el Seguro Popular ha venido a cambiar la vida de millones de mexicanos. Y es que sin menospreciar los avances en materia de salud, estamos años luz a distancia de poder brindar el bienestar que implica contar con un servicio cercano a la gente, ya no digamos de calidad. Los hospitales del Distrito Federal, se ven colmados de personas que haciendo grandes sacrificios vienen de diversas partes de la provincia en busca de un alivio para sus enfermedades. El seguro popular y su publicidad es una gran farsa traducida a su vez en una cínica burla del gobierno a su población.

Las "instituciones" de salud como el Seguro Social y el Issste son especialistas en negar el servicio, aún cuando las situaciones de emergencia sean evidentes y lastimosas. Hace años se decía si no te atienden en el Seguro o el Issste, vas a "salubridad" y asunto arreglado. Sin embargo desde que hubo "el cambio" en nuestro país ésto no es sencillo. Se utiliza al Seguro Popular como medio de propaganda electoral, donde ahora el hecho de que disponer de una afiliación es más importante que la atención médica en sí. ¿Las masas tramitan su afiliación y por ende acceden a una atención oportuna y digna? Mentira. Una gran traición del populismo que remite al gobierno federal al más puro estilo priísta de manejo de masas. De cada peso destinado a la salud pública, más de setenta centavos son tragados por la burocracia y los programas de afiliación que pretenden tapar el sol con un dedo. Y ahora nos vienen con el cuento de que tal o cual estado de la república ya tiene "cobertura universal". Su cinismo es desmedido. Al amparo de negocios de credencialización el gobierno ha llevado a la realidad con estupidez meridiana aquella frase de que "sale más caro el caldo que las albóndigas"

Habrá el momento en que Juana Pueblo pueda llegar a un centro de salud y sea atendida con oportunidad y con calidad, pero para eso se requiere no un cambio de actitud de nuestros gobernantes, sino un cambio de actitud ciudadana que impida que ellos sigan lucrando con el dolor ajeno. El negocio de las medicinas como perpetuo sistema de tranza. Cuando por fin el mexicano de escasos recursos es atendido se le pretende curar con paracetamol un cuadro avanzado de cáncer, eso en el remoto caso de que hubiera disponibilidad del medicamento. El PRI no tiene el gobierno, pero persiste la corrupción acentuada porque la filosofía imperante es de que los negocios son primero, gobernar puede esperar.

Después de tratar de orientar a esa mujer nos percatamos de que no traía ni para el pasaje.  Raúl y yo paramos un taxi y le hicimos prometer a su conductor que depositaría a la mujer y a su carga en puerto seguro. Le dimos a la mujer la cantidad solicitada por el servicio y nos despedimos con un sentimiento de zozobra ya que no era suficiente con que ella pudiera dar con el hospital, lo más difícil estaba por venir. Se encontraría seguramente de frente con la burocracia que hace todo los posible por impedir el servicio de salud.

No sé ustedes, pero mi mente ya tiene una defensa automática cuando escucho los mensajes de gobierno. Esos mensajes que en estas fechas se multiplican con el pretexto de los próximos informes de gobierno, que en realidad informan a medias, pero sobre todo mienten.

Y mientras los populistas de diversos colores hacen su agosto, nosotros empezamos la semana con bastante ánimo como para pedir un apetitoso plato de albóndigas.

Como siempre ustedes tienen la mejor opinión. Saludos.