Reglas

Romper las reglas ...

Aprendí ya tarde a romper las reglas, sería por ahí de los doce. El día indicado llegabamos a la escuela a la hora de costumbre, se notaba cierta ansiedad, una mezcla de miedo y malicia. La puerta se abría pero todos, aleccionados por un códice desconocido no entrabamos al plantel, nos mirabamos, secreteabamos un poco alejados de la reja. Pasaban diez, quince, veinte minutos después de la hora y seguiamos platicando. Del fondo del pasillo de la Dirección aparecia la figura conocida del prefecto, cargaba un pizarrón mediano y lo colocaba cerca de la reja donde se pudiera ver. Entonces escribía: HOY NO HAY CLASES, SE REANUDAN EL DÍA 20 DE SEPTIEMBRE. El complot daba resultado, habíamos hecho un "puente". Y entonces libres de prejucios nos ibamos de pinta. A veces a Chapultepec, a veces al Cerro de La Estrella. Los fresas se iban a casa.

Aprendí a cambiarme de corbata, llevaba dos: la del uniforme y la de rebeldía. Mi primera huelga a los 13 años. Los padres de familia apoyaban sin duda a las autoridades de la escuela. Nosotros soñabamos a ser libres, no sólo eramos ingenuos sino temerarios. Recuerdo una bofetada de mi madre: ¡Qué huelga ni que nada! Esas pintas donde nos acercabamos más de la cuenta a las muchachas y donde perdíamos algo más que la timidez, me refiero al tiempo. Bueno, en la adolescencia a veces se pierde el tiempo, pero no importa demasiado. En esa pintas había descubrimientos, aventuras, anécdotas para siempre ...

Las reglas son para romperse, pero ahora que somos padres fingimos que no.

¿Algunas te fuiste de pinta?

¿Qué era para tí romper la reglas?

En la adolescencia buscamos nuestra identidad, y la encontramos ... aunque tengamos que romper algunas reglas.

Con cariño para El Avestruz, El Aviones, El Bicho, La Patita, La Charrita, El Vampiro, El Conejo, La Rojo, Hortencia, El Enano y demás seres de mi especie.