Patricia

Voy a compartir con ustedes algo personal. Ese día fue especial, como pocos. Como saben aparte de vender mole los domingos en la plaza de la localidad, pretendo ser escritor, esencialmente poeta. Y como dijera John Lennon, el que esté libre de influencias que lance la primera partitura. Creo, sin temor a equivocarme, que dos escritores me han tocado con su aura y que tal vez gracias a que los leí desde joven pude atreverme a escribir y a tratar de seguir su ejemplo. Uno de ellos Mario Benedetti, con esa poesía casi romántica, casi espartana. La otra Patti Smith, con ese halo de lejanía cultural, pero sobre todo con una enorme rebeldía. Otros escritores me han dado tanto, al leerlos y al aprender de ellos, pero de Benedetti y Smith realmente extraje la savia para mis primeros soliloquios y mis primeros manifiestos. 

Ese día, me vestí y me arreglé como si fuera a conocer a una nueva novia. No pude dejar de pensar en ella, hasta soñe como sería ese momento. Llegué al Museo Anahuacalli una hora antes. La busqué y la encontré. Una mirada con las cicatrices acumuladas de sus sesenta y seis, con el brillo que sólo se puede tener a los dieciseis. Claro no era el único, pero me dedicó una sonrisa cuando cayo en cuenta que llevaba la portada de "Easter" conservada entre mis tesoros por más de treinta años. Me miró con ternura y me mandó un beso. Y se fue. Otras personas llevaban una manta con un dibujo, otras llevaban alguno de sus libros en busca del autografo. Una de ellas se molestó porque no obtuvo la firma, yo creo que entendí la fragilidad de una mujer que nunca pretendió ser rockstar y que rehuye permanentemente a la fama, enemiga de la pose y del maquillaje. Además, el personal de seguridad era como siempre un obstáculo.

Sentí que me miraba una hermana mayor, tal vez una madre. Pocas personas tienen ese magnetismo, esa transparencia. Les puedo decir sin la menor duda, esa mujer es la neta. 

Luego vino el concierto, ella estaba feliz, al comienzo de una canción pidió que callara la música estaba realmente cautivada, tal vez porque había mucha gente desconocida que gritaban su nombre. Se redujo el ruido, pero había uno más loco que yo que gritó con gran fuerza: ¡Viva Patricia! Sólo pudo decir en un español con acento neoyorquino: Lo siento, lo siento, estoy muy emocionada. No, no era un concierto más, era una cita con verdaderos fanáticos o más que eso con verdaderos correligionarios, algunos de ellos alumnos, algunos de ellos enamorados. Hizo un gran suspiro y dedicó la canción a "la gente de Diego y de Frida".

Más y más rock and roll, más y más poesía durante dos horas. Mis favoritas "Pissing in the River", "Because the Night", "Gloria". Dedicó otra canción a los reporteros muertos de Veracruz y nos dijo: Don´t surrender, you have the power ...

Podría aburrirlos con mayores detalles, pero prefiero cortarle por aquí. Voy a recordar ese 5 de mayo, por ese detalle. Como siempre digo: puedes seguir teniendo aliento, mientras tengas rebeldía.