Todo parece una representación inercial, como algo ensayado, primero escribimos aquí sobre un "candidato inevitable" y ahora llegamos al punto en que tal vez tengamos que referirnos a él como el "presidente inevitable". En realidad al status quo le da igual la derecha que la ultraderecha, siempre y cuando no sea izquierda o a veces hasta se conforma con una izquierda chuchera, nomás para engañar la vista. Todo parece indicar que la decisión tomada desde hace tiempo para designar al próximo gerente (perdón quisé decir presidente) de la república y no se ha encontrado la oposición suficiente como para cambiarla.
Mientras en 2011 se vivió la primavera árabe, luego vinieron los indignados de España y hasta de Wall Street, pidiendo democracia real, la mexicanada se agazapa en el conformismo y la mediocridad del Canal de las Estrellas.
Mientras en 2011 se vivió la primavera árabe, luego vinieron los indignados de España y hasta de Wall Street, pidiendo democracia real, la mexicanada se agazapa en el conformismo y la mediocridad del Canal de las Estrellas.
Por un lado la fuerza blanquiazul se desdibuja y acepta con mansedumbre que sólo un milagro podrá evitar lo inevitable. A su vez la izquierda, aparentemente unida, hace un recuento de las municiones y las cuentas no le alcanzan para tomar el palacio.
Y que decir de esa gran masa que no tiene educación, ni color, ni ideología, ni mucho menos interés. Ese gran porcentaje de población simple y sencillamente abdica su soberanía a lo que las encuestas y la opinocracia le digan. La inercia como constante física. No hay resistencia mínima. No asumen su responsabilidad, la evitan o en el mejor de los casos sólo la trasladan a otros.
O el bando de los resignados que saben que su voto no tiene el mismo peso o poder ni cuenta lo mismo que el peso del voto de uno de los poderosos, un voto de Servitje equivale a un millón de votos del paisanaje.
Entonces porque no mejor dejamos las cosas por la paz. Hagamos un alto. Sí, porque no mejor nos evitamos más spots, debates, mantas, gorras, despensas, anuncios, casillas, recuentos, etc.etc. y nos concentramos en la inevitabilidad de esa persona para exigirle desde ahorita cosas sencillas.
No, no me refiero a los grandes cambios que según especialistas se requieren, nada de reformas estructurales, nada de golpes de timón. Dejemos a un lado las ambiciones democráticas, las ambiciones de igualdad, la demagogia.
Honestidad y respeto.
¿Es mucho pedir?
Si de todos modos se va a continuar con un gobierno al servicio de la oligarquía, ¿para qué andar con falsas promesas de cambio?
Las cosas sencillas las podemos entender y apoyar todos. Necesitamos un gobierno eficaz acorde a nuestro nivel económico, no podemos solventar esos altos sueldos cuando la mayoría carece de lo indispensable. Si quieren sueldos de primer mundo que se vayan a gobernar a otro país.
Nada de cambios espectaculares a las leyes. Nomás que se cumplan las que ya están. No queremos mayores penas a los delincuentes, sólo queremos que alguna vez pisen la cárcel. No queremos mayor presupuesto en salud, lo único que necesitamos es que la afiliación y la propaganda no cueste más que el servicio. No queremos más presupuesto para educación, sólo queremos que se extirpe al tumor que roba el sustento al organismo. Y así por el estilo, la honestidad y el respeto como norma. no como excepción.
Yo veo, según comentarios que escucho en la calle, que muchos ya tomaron como inevitable un resultado electoral que favorece el regreso de un determinado grupo al poder, ante el fracaso del otro grupo, ya bajaron la guardia, como quién dice ya no quieren más queso sino salir de la ratonera.
Peña Nieto, ¿Inevitable?
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En otro orden de día ... ¡¡¡¡¡¡ FELIZ DÍA DEL NIÑO !!!!!!