Verde Oscuro

PARTE I

Esa vez, llegué al aeropuerto de Los Angeles y antes de que se detuviera el artefacto, mi nombre se voceaba por el sonido del avión. Así que tuve que seguir a una persona de algo así como 50 años, mexicana a todas luces. Y es que me llevó de un lado a otro del aeropuerto para que no perdiera el enlace a San Francisco. Corrí lo más que pude tras aquellos pasos pequeños pero increíblemente rápidos. Me acordé de Speedy Gonzalez.

Por primera vez, me encontré con una revisión inusual. Me quito la chamarra, luego el cinturón, luego las botas. ¿Qué seguía? Bendito 11 de septiembre. Con la barba un poco crecida hasta parezco árabe o musulmán. ¡Qué cosa.!

Tenía gran expectativa por conocer la ciudad, así que traté de cumplir mis compromisos profesionales en el menor tiempo posible, me esperaba un ingeniero que había rentado un auto y estaba a mi entera disposición. Además de conocer bien la ciudad, su platica era harto llevadera, egresado de Stanford, su buen humor brotaba a cada momento. Así pude llegar a lugares interesantes sin necesidad de recurrir a la típica rutina que tengo montada cuando visito por primera vez un lugar: perderme.

Esa ocasión visitamos también Sausalito, sus tiendas de artículos de decoración y joyería reciben al turista que es atraído por el amplio surtido que ofrecen. Así que me tomó tiempo poder comprar algo interesante para sorprender a la familia. Y después a darse un pequeño gusto en los almacenes de ropa del centro. Les platico que me compré un saco tipo gamuza color verde oscuro, que como se dice por ahí, sale del closet cuando se repica fuerte. Pero con el tiempo deja de ser novedad y pasa a ser parte de esa colección de cosas que sólo ocupan lugar.

Apenas este fin de semana repasaba un albúm de fotos y pude ver algunas fotos de San Francisco, quiero decir de esa visita, no de ese santo. Y como recordar es vivir, rápido voy al closet y pongo el saco verde oscuro a la mano para empezar la semana con entusiasmo y galanura.

¿Dije galanura?

PARTE II

El lunes me llega como una cruda, apenas me levanto y entro al baño, empiezan las prisas para salir a dejar a los niños y luego a la señora y luego a la oficina. Lo peor de la cruda me llega cuando trato de vestir la prenda y doy cuenta de un señor que simple y sencillamente no cabe en ella.

A fuerza de recapitular la vida, me cuesta trabajo saber en que preciso momento pasé de talla 43 a talla 46. ¡No inventen!  Y ahora que hago. Reviso otros sacos favoritos y reedito con la misma perplejidad. Y es que hace varios años me he refugiado en el uso de chamarras y otras prendas cómodas que disimulan el efecto de practicar uno de mis vicios mayores: la gula.

Híjole. ¿Cómo voy a llegar a las fiestas navideñas? En una de esas me confunden con uno de esos pavos sobrealimentados que ahora parecen avestruces. No la amuelen.

¿Qué salida hay ante tal afrenta?

Les juro por el osito bimbo, ultraman y ultraseven que me voy a poner a dieta de aquí a diciembre, con objeto de poder, en esas fechas, vestir ese saco tan querido y poder recaer en el condenado vicio del atraco a viandas y bebidad sin el menor recato o rubor. No, si de que soy previsor, soy previsor.

Y como para ser amigable no hay tiempo, me adelanto a todos sus seres queridos y me permito desearles desde el fondo de mi corazón: ¡¡¡ FELIZ NAVIDAD !!!

Que conste que yo se los dije primero.

Por lo pronto, el viernes nos cae de perlas. tengan un fin de semana agradable, llega el tiempo de la tertulia y de platicar esas cosas que importantes o no, son parte indespensable de nuestras vidas. Les dejo una voz femenina de verdadera leyenda: Robin Lane.