Mexican Wannabes

Desde hace rato se conoce a los aspirantes a cargos públicos con el mote de wannabes al más puro estilo gringo. Pero, ¿Qué tipo de sangre deben tener estas personas que son capaces de casi cualquier cosa con tal de acceder al poder? Recuerdo haber visto y saludado a Felipe Calderón y a otros panistas en 2005 como parte de la pasarela que tenían que hacer dentro del PAN aquellos que quisieran contender con sus colores. Fueron 5 o 6 semanas donde me zumbé las "conferencias" de cada uno de ellos en un pequeño auditorio de anterior edificio azul, allá en Paseo de La Reforma. Escuché algunas ideas interesantes y algunas sandeces, pero además observé el lenguaje no verbal de los entonces precandidatos. Saludan a todo mundo y sonríen como si estuvieran a punto de recibir el premio de la lotería.  Dan y reciben palmadas y levantan la copa como si estuvieran con sus compañeros de escuela, lo importante es que se muestren sociables, abiertos y receptivos. Todo lo contrario a cuando detentan el poder cuando se convierten en simplemente inalcanzables.

En el Colegio de Ingenieros, una mañana de 1997 desayunamos con el Ingeniero, llegó antecedido por un grupo de estudiantes del CEU, que se movían como improvisados guaruras abriendo paso al candidato a la Jefatura de Gobierno. Esperábamos a los otros dos pero nunca llegaron. El ingeniero escuchó algunos discursos previos y adiviné porque le llamaban “la máscara tarasca”, un gesto adusto e inexpugnable que le duró toda esa mañana. No me sorprendió ya que es difícil hacerlo reír. Definitivamente no serviría para besar niños como estilan los candidatos gringos. Creo que es el candidato que más en visto “en directo”, tanto en Ciudad Universitaria desde ese 1988 que tanta esperanza traía a la gente con esa amalgama que se denominaba Frente Democrático Nacional, no sé tal vez una docena de veces, en el Auditorio Nacional, en el Palacio de los Deportes, a cielo abierto, siempre con un discurso impecable.

Otros candidatos que vimos de cerca, digo vimos porque esa vez me tocó recoger a los chicos de la escuela y nos cruzamos con un mitin de AMLO y Ebrard, aquello parecía una firma de autógrafos de verdaderos rock stars. La gente hacía una valla para que llegaran hasta el estrado, las señoras de cierta edad y otras menos veteranas se apretujaban para acercarse, tocarlos, abrazarlos y hasta besarlos si se podía. Y si de mítines más sencillos hablamos, pues creo que a la colonia han llegado unas cuatro veces Cárdenas y otras tantas Andrés Manuel, de otros partidos no se han recibido visitas.

Ya sea por iniciativa propia, por accidente y en última instancia hasta por acarreo (en el caso del PAN), he mirado a los candidatos o wannabes de cerca como seres que despiertan la curiosidad, la esperanza y hasta la provinciana novedad de algo que pasa donde habitualmente no pasa nada. Mi larga cadena de observador de campañas “en directo” se remonta a 1976 cuando a los quince años fui enrolado para apoyar la campaña del candidato único a la presidencia. Esa vez para mí toda una revelación, nunca había visto tanta gente junta. Me veo repartiendo cientos de paliacates y sombreros de palma.

Ahora tenemos siete candidatos visibles “para la grande”, wannabes de tres colores principales, en ellos se aprecia nerviosismo, felicidad cuando las cosas les sales bien y sonrisas forzadas cuando vienen los reveses. ¿De qué están hechos? ¿A qué están dispuestos? ¿Cuáles son sus armas?

La campaña rumbo al relevo del 2012 está comenzando, será vertiginosa y llena de sorpresas, habremos de participar o mirarla de lado, con entusiasmo o con resignación. Desde la muerte de Luis Donaldo no se pueden aventurar vísperas, la moneda pues, está en el aire.
No me imagino de candidato, no porque no pueda con el trajín que ello supone, sino sobre todo porque me cuesta harto trabajo mentir. ¿Y ustedes?