Qué lío se armó ese día. Creo que era viernes. Iba yo manejando a todo lo que daba el Malibú por la calzada de Tlalpan, serían como las seis y media y tenía que pasar por mi señora a las siete en la Avenida Juárez. A la altura de Villa de Cortés me paran unos motociclistas quesque por exceso de velocidad. Haganme el canijo favor.
Le dí mis papeles al motociclista y le dije que se me hacía tarde que lo buscaría al día siguiente ya que no llevaba tiempo para platicar con él y además tampoco llevaba dinero para un posible arreglo. Le dije, dame tu cel y yo te llamo y me das mis papeles. Me dijo, ya vas órale. Pero la cosa no iba a ser tan fácil. El compañero de ese agradable servidor público no lo era tanto y me empezó a decir que si yo me sentía muy influyente o que cosa. Mientras el otro estaba unos metros más adelante estorsionando, perdón quise decir platicando con otro automovilista. Total que le dije, mira compadre tengo prisa, así que ahí nos vemos. Pero el muy inoportuno se paró frente a mi vehículo para que yo no avanzara, así que metí reversa y luego avancé para seguir mi camino. Creo que al hacer la maniobra el desagradable sujeto tuvo a bien golpearse con mi querido vehículo. La pintura estaba impecable y creo que sufrió un leve rayón. No pos, yo lo ví por el retrovisor como se levantaba con dificultad. ¿Qué cosa, no?
A poco creen ustedes co-blogers que era mi intención lastimar a la autoridad. Pues No. Seguí mi camino, bajé el puente hacia 20 de Noviembre, le dí vuelta al Zócalo y tomé por Cinco de mayo. En mi mente sólo estaba la idea de llegar a tiempo. No me lo van a creer. Les digo que no lo van a creer pero llegando a Cinco de Mayo y Eje Central me tocó la luz roja y yo respetuoso que soy del orden, paré mi vehículo. Bueno adelante de mí había otros dos autos, así que no había mucha opción. Cuál sería mi sorpresa cuando en menos de que canta un gallo copetón tres sujetos me apuntaban con sendos fusiles. Dizque eran del comando de "Los Zorros".
Abrí un poco mi ventana y se acercó un tipo que no iba de uniforme que gritaba desaforadamente. Les decía a los tipos armados que era yo un peligro para México y que había yo atentado contra la vida de un guardían del orden y que no se cosa. Además aseguraba que él podía ser la parte acusadora, que era testigo fiel de los hechos y toda la cosa. Subí mi vidrio, orillé mi auto y pensé: ¿Y ahora que hago?. Lo primero que se me ocurrió fue llamar a mi seguro. Dijeron que irían a buscarme a la comisaría. Los sudochichos Zorros no dejaban de apuntarme y me invitaron amablemente a pasar a la agencia más cercana. También le hablé a mi socio y él me dijo que mandaría a un abogado.
Ya en la comisaría llegó mi señora con cara de What are you doing? El acusador iba y venía y yo preguntaba que dónde estaba el cuerpo del delito, que donde estaban los heridos o lesionados. Pos que que van apareciendo como a los veinte minutos los mencionados motociclistas. También había llegado el señor de la aseguradora y me dijo que no me preocupara que iba a salir aunque se tuviera que pagar fianza, pero que el tramite iba a llevar toda la noche, para entonces los motociclistas ya habían hecho migas con "la parte acusadora" que en realidad era un taxista y me había seguido desde Villa de Cortés hasta Eje Central. Entonces me mandaron decir que se requería una cooperación de mi parte para no levantar el acta, digamos a cambio de mugrosos treinta mil pesos. La mirada de mi señora me estaba incomodando.
Cuando más perdido me sentía, apareció un señor trajeado que con voz de barítono dijo en voz alta: Soy el abogado del ingeniero y vengo a resolver este malentendido. Total que "mi abogado" fue a platicar con el trío acusador que ya se aprestaba a emprender peritajes, radiografías y no sé cuantas cosa más. Regresó y me dijo: ¿Cuánto trae?. Nada, pero mi señora traería algo así como dos mil volovanes. En cinco minutos me estaba llamando el agente del ministerio público, me entregó mis documentos y me dijo que no lo volviera a hacer. Antes de irme me preguntó: ¿Cómo se le ocurre ponerse al tú por tú con un motociclista? le respondí: Al motociclista no le tengo miedo alguno, pero mis señora se molesta si llego tarde por ella.
Casi estoy seguro que era viernes ...
¿Patoaventuras?
Seguro tienen algo que contar.